¿Cuál es el mayor cambio que has percibido en el turismo rural en estos veinte años de experiencia?
El turismo rural ha cambiado muchísimo a lo largo de estos veinte años. Si hablamos de la dimensión de la oferta, de la profesionalización, las tecnologías… Pero lo que resaltaría es el cambio en el entorno rural que ha supuesto la pérdida de diversidad, de actividad productiva tradicional, de población y la pérdida de gobernanza, del control económico y político en la creación y en la gestión de nuestra actividad a favor de la administración y de los inversores urbanos alejados del territorio.
Desde un medio urbano puede sorprender que exista innovación en el medio rural. En 2010 fuiste galardonado por tus propuestas, ¿cómo surge la idea y el proceso innovador?
La idea es el resultado de estos veinte años de actividad y de creación continua de producto. Si sirve segmentar temporalmente, los diez primeros años fueron de preparación y elaboración de la oferta de alojamiento y estos diez últimos de consolidación de los contenidos esenciales desde la perspectiva del entorno con la creación del Ecomuseo Ca l’Asturcón, de la actividad ganadera identitaria y las razas autóctonas en peligro de extinción a la generación de unos recursos culturales y turísticos que implementan el alojamiento, lo singularizan y le dan sentido al viaje. Minimizar hasta anular la infraestructura alojativa a través de “Hórreo-Aventura” para primar la percepción y la experiencia rural, es por lo tanto el resultado lógico y coherente con el planteamiento y la evolución de nuestra oferta global.
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