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Hórreos y paneras, un tesoro abierto a nuevos usos




PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA

Diario el comercio, 28 de Setiembre 2020 

La formación de la Mesa del Horru de la Consejería de Cultura ha planteado un mismo interés por la preservación de este legado


Cristina Cantero, etnohistoriadora y experta en derecho consuetudinario asturiano, es la autora del documento marco que sirve como base del debate abierto por la Consejería de Cultura con la constitución de la Mesa del Horru (de cuyos objetivos informábamos en este diario a través de las declaraciones del director general de Cultura del Principado, Pablo León). Consciente del «importante sesgo emotivo que tiene la cuestión», realizó un trabajo de campo previo entre agentes socioculturales implicados en el estudio, conservación y gestión de estos elementos para conocer las claves desde las que poder formular «una 'entente cordiale' de lo que se pueda hacer y que como tal, aunque no contente a todos, sí estén presentes todas las perspectivas». Ese es el objetivo que cumple este documento base.

El trabajo de campo permitió a Cantero identificar dos posturas sobre la necesidad de conservación de hórreos y paneras: «Los inmovilistas, para quienes lo relevante del hórreo es la forma y para ellos nunca ha evolucionado», el otro planteamiento sería el de «los evolucionistas, para quienes lo relevante es su contenido cultural, atado a la forma lógicamente, pero son conscientes de que toda forma cultural evoluciona y no se puede negar al hórreo su derecho a crecer». En este punto estaría, a juicio de la experta, «la cuestión: si podemos tener un hórreo en una vitrina se irán cayendo por desuso, al no haber logrado ir con los tiempos», apunta.

La investigadora cree necesario matizar un término como tradición. «Hay una frase de Jaime Izquierdo que me parece muy precisa: 'Tradición es hacer que el fuego siga vivo y no venerar sus cenizas'. ¿Queremos que el hórreo sea una ceniza? plantea. Al respecto cree importante aclarar también que «tendemos a decir nuevos usos y ahora mismo no se plantea ninguno, son todos consuetudinarios. Estamos hablando de reactivación de usos. El alojamiento, da igual familiar, turístico, es una reactivación, la esencia es la misma. El uso habitacional está documentado históricamente, era la norma hasta los años 70 en que se constriñó el hórreo al almacenaje, un error. Cuando planteamos un alojamiento rural singular u otra reactivación del uso estamos siendo coherentes», opina.

En la Mesa del Horru participa el Colegio de Arquitectos de Asturias y su representante en ella, José Ramón Puerto, expresa el sentir de los profesionales del sector: «Entendemos que son elementos de un gran valor etnográfico y si no se les dota de un uso al haber finalizado su ciclo como granero, resulta difícil su mantenimiento». Al mismo tiempo apunta que «estamos muy interesados en el debate, aunque también con cierta prevención en cómo puedan evolucionar. Nos preocuparía que acabasen siendo una serie de viviendas que desvirtuaran un elemento que de por sí tiene una entidad muy singular». Pone de ejemplo la posible apertura «de ventanas convencionales, en un elemento opaco» o el caso de «requisitos exigidos a otras obras, como los que afectan a aislamientos, eficiencia energética o accesibilidad. Lo pongo de ejemplo porque el posible uso como vivienda o dormitorio de una instalación hotelera parece recurrente, pero hay otros que podrían funcionar: lugar de reunión, pequeño taller artesanal, etc. En todos ellos el problema creo que va radicar en el cómo se haga. Así considera que «es necesaria mucha prudencia y si se interviene para determinados usos debe hacerse con respeto al bien patrimonial. Como tal debemos cuidarlo y en la medida de lo posible hacerlo evolucionar, pero sin un 'todo vale'».

Otros arquitectos como Xuan Pedrayes, opina que la situación actual requiere «actuar ya y debería comenzarse por racionalizar la actuación sobre estos elementos». Para ello ve necesario «que en las administraciones públicas haya un conocimiento de lo que es un hórreo o una panera. Ahora suelen quitarse el 'muerto' de encima, enviándolo a la Comisión de Patrimonio y ahí lo que no se puede es que se llene de expedientes de retejos de hórreos. Tiene que haber un procedimiento claro para evitar que para arreglar una cubierta se tarde un año hasta que resuelvan». Cree también que desde la administración autonómica debería «responderse a una demanda insatisfecha de poder tener un hórreo antiguo al lado de tu casa, eso generaría muchos traslados y la salvación de bastantes de estos bienes. Hoy es un trámite complicado que en ocasiones al trasladar un hórreo de un concejo a otro lleva a modificar los catálogos si están incluidos en ellos», declara. Este profesional sin cuestionar que «los hórreos y paneras puedan evolucionar» discrepa de su posible adecuación como viviendas o alojamientos turísticos: «Es algo que me recuerda al madreñogiro de Pinín. Ya hay suficientes caserías vacías por rehabilitar y si tienes una vivienda al lado ¿para qué hacer otra en un hórreo? La aldea necesita modificaciones estructurales. Creo que hay que tener cuidado en esos planteamientos porque puede darse la paradoja de que en lugar de solucionar el problema lo agraves. Se puede acabar dando legalidad al disparate, cuando hay una demanda real de traslados para su preservación», manifiesta.

Severino García, responsable del Ecomuseo Ca L'Asturcón en Argüero (Villaviciosa), ofrece entre otras experiencias de usos tradicionales en su casería la de dormir en un hórreo, pero matiza: «Como una propuesta más de las que hacemos, no como alojamiento, que además sería ilegal y personalmente estoy en contra de que se pueda transformar en eso. Es algo que solo aceptaría si se permitiese ese uso sin modificar el espacio, como ocurre en Suiza, donde hay granjas que ofrecen dormir en un pajar. Convertirlos en alojamientos rurales sería una salvajada, porque ya la oferta actual es excesiva y para la conservación de este patrimonio sería la puntilla». En su hórreo han realizado actividades de divulgación de las razas autóctonas o sesiones de microteatro: «Es fiel a su función de almacenaje de productos de la casería y también de cultura. ¿Otras alternativas? La nuestra es solo una de ellas», zanja.

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